Todos somos clientes de la selección, somos quienes pagamos una entrada para ver jugar al equipo, quienes lloramos de tristeza o alegría, quienes queremos nuevamente ver a Perú en un mundial. En una semana soñada como esta, era imposible no hablar de la selección peruana, un equipo que hasta hace pocos meses no tenía chance alguna de clasificar, hoy ilusiona a todo el Perú, genera millones de sonrisas, y, sobre todo, alimenta la ilusión de por fin, luego de 35 años, volver a estar en un Mundial. La gran pregunta es: ¿a qué se debe este cambio?
Tras largos años de fracasos, se necesitaba un cambio integral, un “Cambio en la Cultura Corporativa”
Con un líder inspirador, personas 100% comprometidas, con una estrategia bien definida y finalmente, midiendo y gestionando los resultados, hoy estamos más cerca que nunca.
Muchos años de fracasos al mando de Manuel Burga, ameritaban un cambio. Llegó el Sr. Edwin Oviedo, un empresario exitoso, con buenas intenciones, que supo rodearse de personas que podían aportar a su proyecto. Luego de una búsqueda ardua, se eligió a un conocido de la afición peruana, Ricardo Gareca, al inicio resistido, sin embargo, con el paso del tiempo se fue ganando el respeto de los jugadores, de la afición y de la prensa.
El objetivo de corto plazo era hacer el mejor papel posible en estas eliminatorias, se sabía que era difícil clasificar pues había que renovar el equipo. El verdadero objetivo era clasificar al mundial 2022, sin embargo, para sorpresa de todos estamos muy cerca de llegar Rusia 2018.
Como en toda organización, se necesitaban personas con actitud, que a su vez tengan las habilidades necesarias y que estén comprometidos con un objetivo común. El universo de jugadores era escaso, por tanto, Gareca comenzó a buscar más jugadores, a conocer a todo peruano que esté jugando en algún equipo del Perú y el mundo. Era su primera gran lista de postulantes a un puesto de trabajo en la empresa llamada “Selección Peruana”.
Identificó liderazgos positivos y negativos que existían en el grupo que encontró, y tomó una decisión. Solo se quedó con quienes él consideró que estaban comprometidos con el objetivo, quienes estaban dispuestos a matar por la selección son los que serían parte del proceso.
Identificó y potenció las fortalezas de cada jugador, siempre buscando la perfección. Ha sabido sacar lo mejor de cada jugador. Ellos están convencidos de lo que están haciendo y saben que ese es el camino para alcanzar el objetivo, el sueño de millones de peruanos.
Todos los jugadores son iguales, no hay estrellas, nadie es indispensable. Reconoce sus errores públicamente asumiendo su responsabilidad y el éxito se lo atribuye a todo el equipo. Respalda a sus jugadores en situaciones difíciles, de los errores se aprende. Un claro ejemplo es la confianza que le dio al arquero Cáceda contra Ecuador, luego que había sido criticado por un error cometido en el partido con Bolivia
Con el personal adecuado y las estrategias definidas, lo que venía era la puesta en escena. Cada partido es una historia diferente, sin embargo, definió una manera de trabajar, un esquema de juego y una identidad. Luego un tema clave, el análisis y evaluación pre y post partido. Lo que no se mide, evalúa y analiza, no se puede mejorar. Gareca siempre tuvo la capacidad de identificar oportunidades de mejora, así como cambiar el rumbo cuando fue necesario.
Reflexión final: aún no estamos en el mundial, pero estamos más cerca que nunca y eso hay que disfrutarlo. Con un líder inspirador, personas 100% comprometidas, con una estrategia bien definida y finalmente, midiendo y gestionando los resultados, hoy estamos más cerca que nunca. Soy uno de esos 31 millones de clientes de la selección, que hoy está feliz, solamente me queda decir ¡gracias selección peruana, nos han devuelto la ilusión, el sueño de llegar al mundial está más latente que nunca!
